Es perfectamente factible que el Bitcoin se transforme en una alternativa real a los sistemas de pago actuales, trayendo consigo más competencia, mayor desarrollo de la industria y, consecuentemente, mayor bienestar para los consumidores.
Y porque la competencia no sólo beneficia a la sociedad a través de una industria más sofisticada, sino que también aumenta el número de empresas que se reparten un mercado. Esto se traduce en que el capital se desconcentrará y se repartirá entre más personas.
También porque nace un nuevo estímulo para que las empresas evolucionen, que es la necesidad de mejorar continuamente para estar un paso más adelante que la competencia: ya no son los consumidores y la regulación de un país los encargados de empujar el desarrollo de una industria, sino que son los mismos actores que la componen.
Darle una oportunidad a Bitcoin es abrir un universo de nuevas posibilidades y desafíos para una industria que ha estado, hasta ahora, cómodamente estancada.
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